¡Hola! Quiero contarte un poco mi historia

Soy Ahlam, que en árabe significa sueño, imaginación y espiritualidad, y todo eso no sólo me define sino que hace las bases de mi servicio, y de mi vida.

Me acompañan el arte y la creatividad de un modo sagrado, para amasar, cual pieza de barro, la experiencia de vivir. Si algo Es en mí, es la confianza, y la capacidad de encontrar sentido en las profundidades del barro, para emerger de él con una certeza amorosa de la vida.

Nací en Venezuela, y hace 6 años salí de mi país como mochilera para visitar varios países de Suramérica. Un viaje que cambió mi vida, donde experimenté mucho más conscientemente el flujo creativo, el sostén divino, mi capacidad de dar y tomar. Empecé a ofrecer mi arte en restaurantes y comercios para sostener económicamente mi viaje, y en ese escenario muchos paradigmas y heridas que tapaban mi autenticidad salieron a la luz para luego desarmarse. Allí tomé la decisión de vivir en otro país, y luego de 6 meses de viaje, llegué a Argentina, donde resido desde hace 5 años.

LAS PROFUNDIDADES DE MI PROPIO BARRO

Mi historia personal trae consigo un pasado lleno de muchas heridas emocionales. Ausencias afectivas, conflictos, abuso y pérdidas. Mi identificación con el dolor estuvo presente durante mucho tiempo, aún en medio de la búsqueda espiritual que tuve a muy temprana edad. Familiares muy nocivos, el deseo de sanar mi vínculo con mi madre, referencias que me impulsaron, y muchas vivencias me invitaron a madurar muchas cosas desde muy temprano.

La muerte de mi padre -a quien amaba profundamente- a mis 17 años me hizo tomar decisiones contundentes, que me llevaron a abrir posibilidades de cambio y transformación. Así fue como me independicé siendo tan sólo una adolescente. Miro hacia atrás y abrazo ese coraje, porque en medio del desconocimiento de todo lo que significaba hacerme responsable de mí misma, fue posible que nacieran los escenarios que me llevaron a encontrarme conmigo, con mi dolor, con mi soledad, y con la fuerza imparable que de adentro encendía mi confianza en la vida, en su sentido, en su propósito, y en mi propio despertar.

Conexión y reconciliación con mi Ser Creativo

Desde muy joven mi llamado espiritual y sensible se hizo presente.
Busqué mis primeras sesiones terapéuticas a los 13 años para sanar mi vínculo herido con mi madre, y desde allí, fui abriendo capas de mucha información sobre mi historia y mi linaje. Intuitivamente fui tocando puertas sistémicas, para darle voz a los mandatos, a las lealtades y empezar a restaurar el equilibrio perdido.

Conocí los círculos de mujeres, llegué a ceremonias con plantas maestras, descubrí distintas disciplinas y caminos de conexión con el Espíritu, busqué, busqué, busqué mucho… Algo no se llenaba, algo seguía con sed, algo adentro quería ser revelado en medio de tanta información.

Todas esas herramientas fueron aliadas, pero yo me sentía igualmente exiliada de mí misma. Hasta que comprendí que no estaba confiando en mi propia medicina, y que era esa herida tan profunda y arraigada de no valoración a mi propia expresión la que estaba invocándome a encausarla…

Di lugar a la artista que siempre fui y que había silenciado, a la que quería expresarse, a la que ha vivido y duelado, a la alfarera que ha sido capaz de ir a las profundidades de su propio barro y construir con él vasijas cada vez más amplias y livianas para sostener la vida y la belleza que ella me trae. Esa alfarera que es capaz de entrar al horno y dejarse cocinar por el calor de sus entrañas para dar lugar a la alquimia, es la misma que me ha dado la medicina y me ha abierto el camino que tanto estuve buscando afuera, y que sigue revelándose al andar.

MATERNIDAD, CREATIVIDAD Y TRANSFORMACIÓN

Sin duda, la maternidad fue impulso y anclaje de esta gran revelación. Ella vino a despertar y a abrirme el corazón; a develar la fuerza creativa que me es dada sólo por el hecho de existir. Que mi cuerpo fuese capaz de albergar la vida sin esfuerzo, gestarla sin exigencia, para luego ponerme cara a cara con una criatura que espeja a mi niña cada día, ha sido y es el puente más claro del juego, la curiosidad, la frescura y la autenticidad que siempre estuve buscando. 

Con mi maternidad se hizo el quiebre para atreverme a abrazar responsablemente mi pasado y mi historia, y cuando el reproche dejó de ser mi combustible, mis dones emergieron para darme el permiso de reconocerlos, de habitarlos, y de compartirlos…

MI CREATIVIDAD Y MIS DONES AL SERVICIO DE MI PROPÓSITO
Mis dones y creatividad al servicio

Mi expresión artística ha estado presente desde que tengo memoria. Desde la primaria ya generaba dinero vendiendo las portadas de los cuadernos a mis compañeros (mi vena árabe evidente).

Empecé Artes/Diseño Gráfico como estudio universitario. Milité políticamente en mi país desde mis dones artísticos, y eso abrió la oportunidad de mirar las dualidades con mucha consciencia y honestidad, por lo que me retiré. De ahí apareció mi gran crisis de despertar, mi búsqueda de propósito, que dio como resultado que saliera de Venezuela.

El viaje me hizo madre, –literal y metafóricamente, pues fue en argentina donde construí nido- y apartir de allí surgió un encuentro consciente con mis dones. Descubrí mi rechazo insconciente al arte, producto de una mirada académica simplista, y de una trama de mi linaje que aún había que destejer. Mi despertar espiritual había abierto un universo de posibilidades en mí, me mostró mi deseo genuino de ponerme al servicio de lo terapéutico, y yo no sabía cómo integrar a mi artista con mi terapeuta interna, pero fue allí donde justamente se hizo presente la alquimia, mi alfarería interior.

La creatividad y el arte me han mostrado ser fuente de impulso y revitalización, de un profundo misterio al servicio de nuestra sanación y nuestro brillo personal. Entregarme a mi esencia creativa, sin controlarla, me ha permitido ser puente de su infinita abundancia y sabiduría. No he conocido fuerza o medicina más potente hasta ahora, que Ser y Crear, sin coraza. 

Mi Fuerza Creativa está haciendo un eco tan poderoso, que ha sido imposible no escucharlo. Expresarme, compartir eso que ya es sabiduría y experiencia vivida en mí y que eso se tradujera en prosperidad, me mostró que todos estamos buscando lo mismo: dar lugar a nuestra verdad, hacerla nuestra alquimia y ponerla al servicio de la vida.
En medio de tanta información, es de valientes tomar todo lo aprendido y hacerlo un faro que ilumine el propio andar, dejando a un lado el vivir pidiendo permiso creyendo que otros siempre saben más, para abrirle paso a nuestra maestría y brillo esecial.

“Nosotros, los que erramos buscando siempre el camino más solitario, no empezamos un día donde el otro concluyó, y ningún amanecer nos sorprende donde el ocaso nos dejó. Viajamos aún cuando la tierra duerme. Somos las semillas de una planta tenaz y es en nuestra madurez y plenitud de corazón cuando nos entregamos al viento para ser diseminadas.

Khalil Gibrán

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